martes, 31 de enero de 2012

Tardes de domingo

Llega el domingo, sobremesa. Sé que ya se acerca el momento y siento unas cosquillitas nerviosas en el estómago de las cuales todavía no sé el porqué, pero me gustan. Y por fin, sentado frente a un cortado, mecidos alguna canción que suena de fondo, empieza la parte de ese día que más disfruto.


Apenas es media hora, pero saboreo cada segundo sabiendo que no lo volveré a vivir. Que es único. Y es que es el único momento de la semana en el que soy realmente consciente de mi persona, de donde estoy, con quien, que sabor tiene ese café, el color de las paredes, el aroma en el ambiente.


Es algo que echaba de menos. Y es simple. Lo complicado no es encontrar el lugar ni el momento. Eso está ahí siempre. Lo realmente complicado es encontrar la compañía. Y yo la he encontrado.

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